Al realizar testamento, el testador no necesita hacer un recuento o un inventario de los bienes que posee, ya sean muebles, inmuebles o de cualquier otro tipo (propiedad intelectual, royalties, capital informático. etc.); tampoco tiene obligación de especificar (a menos que así lo desee) qué es lo que le corresponde a quién.
Es muy típico que un testamento conste de cláusulas tan vagas como “dejo todo mi patrimonio a mis hijos para que lo repartan a partes iguales» y en el momento de la partición es cuando se crea el problema ya que es muy difícil que una herencia compuesta por diferentes tipos de bienes pueda ser dividida exactamente en determinada cantidad de partes.
Por eso si existen propiedades, éstas terminarán siendo parte de una comunidad hereditaria. Esto quiere decir que cada inmueble pertenecerá en una cuota parte correspondiente a cada uno de los herederos y para ello se procederá a inscribir la titularidad del bien a nombre de los coherederos especificando el porcentaje de propiedad que le corresponde a cada cual.
Legalmente el bien no podrá ser enajenado, alquilado cedido, puesto como aval para ninguno de los propietarios ni para un tercero, sin el consentimiento de todas las partes involucradas.
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