Aristóteles Onassis fue un multimillonario griego propietario de una isla privada llamada Skorpios, que compró en 1973 cuando falleció su único hijo varón, Alexander, para que fuera el lugar de su descanso eterno.
Allí también fue enterrado él mismo cuando murió en París dos años después, abandonado por su mujer Jackie (la viuda de JFK) y deprimido por la pérdida de su vástago; también reposa en la isla su otra hija, Christina, quién falleciera en 1988 en muy extrañas circunstancias en casa de unos amigos en Buenos Aires, Argentina.
La isla de Skorpios acabó en manos de Athina, la única nieta de Aristóteles, hija de Christina y el problema surgió cuando decidió ponerla en venta, ya que el gobierno griego le recordó que su abuelo Aristóteles al hacer testamento, indicaba que si no era posible mantener la isla como posesión familiar, debía donarse al estado griego.
Tras las instancias de rigor, se concluyó que al otorgar testamento se cede la propiedad del bien y al no tener derechos sobre el mismo, no se pueden tomar disposiciones posteriores, por lo que el contenido de la cláusula impuesta por el abuelo de Athina puede expresar un deseo pero no tiene valor legal.
Finalmente la millonaria heredera rusa Ekaterina Rybolovleva que ya era propietaria del ático más caro de Nueva York, acabó pagando más de cien millones de euros por la mítica isla y es su actual propietaria.
Visite la web de Testamenta y allí podrá hacer testamento sin moverse de su hogar y a un precio muy económico.
Foto gentileza de: taringa
