Es bien sabido que los animales constituyen una compañía inigualable y que muchas personas valoran tanto a sus mascotas que les interesa que tengan una vida cómoda y desahogada, incluso después de la desaparición física de su dueño.
El problema es que en España legalmente se puede nombrar heredero de los bienes de un individuo, solo a otra persona o a alguna institución, pero no a un animal. La ley prevé, sin embargo, la posibilidad de que al hacer testamento se deje dinero para su manutención bajo la administración de un albacea.
En todo el mundo existe una gran cantidad de casos de animales que han sido parte del legado a una persona junto con un capital que asegure a ambos un futuro sin sobresaltos, o que son únicos beneficiarios de fideicomisos que sus dueños han creado para ellos.
Una señora muy anciana que vivía en la ciudad de Milán adoptó a un gato negro callejero de cuatro años y se lo llevó a vivir con ella. Cuando falleció un par de años después sin ningún pariente vivo, la enfermera que la atendía se vio de pronto dueña del gato y de una fortuna de varios millones de euros para que cuidara de Tomasso sin dificultades.
El famosísimo cantante, conocido como el Rey del Pop, Michael Jackson, dejó una cláusula en su testamento mediante la cual su chimpancé llamado Bubbles (Burbujas) se beneficia de una renta anual de 2 millones de dólares para mantener su “tren de vida”.
Trouble era un maltés propiedad de Leona Hemsley, una excéntrica millonaria norteamericana que disfrutaba cuando se la llamaba “la reina de la maldad”. Al hacer testamento su dueña le dejó al perrito doce millones de dólares, aunque un juez “recortó” la herencia a favor de dos de sus nietos que Leona había “olvidado” y al can solo le quedaron dos millones.
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