Aunque ya estemos más que habituados a las extravagancias de los ricos y de los famosos, también es cierto que algunos seres humanos tienen una extraña capacidad para no dejar de sorprendernos. Vamos a traer hasta aquí un par de casos que, aunque resulten poco conocidos, son del todo reales.
En 1930, M. Zink murió dejando esposa e hija. Lo normal es que les hubiera legado a ellas sus bienes. No fue así. Este abogado estadounidense estableció en su testamento un tanto misógino que su hija heredaría 5 dólares y su viuda ni un solo centavo. El total de sus bienes (100.000 $) deberían ser invertidos en un fideicomiso durante 75 años. Este dinero y su producto se dedicaría a la creación de una biblioteca con su nombre. Lo extravagante del caso es que en esta biblioteca no se permitiría la entrada a mujeres y no podría albergar entre sus posesiones ningún texto escrito por mujer alguna.
El segundo caso es el de Charles Millar, también abogado, pero canadiense. Este hombre, que sí debía tener un especial aprecio por las mujeres y su capacidad para procrear, no tuvo mujer ni hijos. En sus últimas voluntades Millar estableció que su fortuna (más de medio millón de dólares) le correspondería a aquella mujer de Toronto que fuera capaz de tener mayor cantidad de hijos durante los 10 años posteriores a la muerte del legatario (1928). Finalmente la herencia hubo de ser repartida entre 4 mujeres que tuvieron 9 hijos cada una.
Curioso ¿verdad?
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