Está claro que ceder un patrimonio a través de la realización de un testamento es un acto de total de voluntad. Cuando un testador elige a una persona para ser su heredero, es porque cree que es la mejor resolución para con el destino de sus bienes, pero sobre todo, porque realmente está convencido de que así quiere hacerlo.
La voluntad manifiesta relacionada con el futuro de los bienes de un legador está protegida jurídicamente, sin embargo la voluntad del heredero también lo está, inclusive la de renunciar a la herencia o negarse a tomar posesión de aquello que le fue otorgado.
Los casos
Esto es raro pero ocurre, ya que renunciar a una herencia es un acto libre. En la mayoría de los casos sin embargo, se debe a que la herencia en cuestión es deficitaria. Esto es, que incluye más deudas que ganancias, y como no es posible renunciar a una parte y aceptar la otra, muchos beneficiarios deciden que es más conveniente renunciar que absorber los adeudos que llegan a superar por mucho el patrimonio legado.
Se sabe pues, que debido a la crisis generaliza en el mundo, aunada a la adquisición de préstamos hipotecarios y otros créditos con elevado interés, son cada vez más las personas que se ven obligadas a renunciar a herencias que lejos de beneficiarlos, pueden terminar sumiéndolos en la ruina.
También están los casos en los que las personas renuncian a herencias por cuestiones personales, como es el caso de aquellas que contienen patrimonio con pasados escabrosos como las propiedades donde ocurrieron tragedias o las riquezas que de alguna manera se ligan con el movimiento nazi y otros episodios truculentos de la historia.
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