Al fallecer mis padres yo tenía casi 17 años y fue una experiencia muy traumática ya que ambos perecieron juntos en un accidente náutico. Cuando logré reponerme de la pena por su muerte y al ser hijo único, pensé que en cuanto cumpliese los 18 tendría acceso a su fortuna.
Cuál no sería mi sorpresa cuando me enteré de que mis padres al hacer testamento habían tenido en cuenta que yo era un chico bastante conflictivo que me negaba a estudiar y algaba que tenía dinero suficiente como para no tener que mover un dedo en la vida.
Consecuentemente con sus enseñanzas de que debía aprender a valorar lo que tuviera y a ganarme el pan, dejaron todo su patrimonio en manos de albaceas testamentarios con instrucciones de que se me diera el dinero justo como para que subsistiera, pero sin lujos.
Si me esforzaba y sacaba buenas notas, me daban pagas extras; cuando conseguí un trabajo al tiempo que estudiaba para arqueólogo, me daban un sobresueldo proporcional al que ganaba y solo pude hacerme cargo del grueso de mi patrimonio al llegar a los 35 años.
Esto sucedió en mi país de origen, EEUU y gracias a mis propios esfuerzos y al fruto de mi trabajo y estudios, he viajado por todo el mundo y desde hace unos años me asenté en España y soy asesor de varios museos.
Reconozco que al enterarme de las medidas que mis padres habían tomado al realizar testamento, me parecieron draconianas y las creí un castigo. Pero con el tiempo agradecí que hubieran sido tan previsores, pues el dinero me ha ayudado, pero nunca lo despilfarré.
Cuando tuve que hacer testamento, elegí hacerlo online en la web de Testamenta, donde me han ayudado a que las cláusulas del documento cumplan con mi voluntad de repartirlo entre determinadas instituciones y ONG’s (pues no tengo parientes vivos) dentro del correspondiente marco legal, por lo que les doy las gracias por su gestión.
Foto gentileza de: ahorrahoy