Al escuchar el término testamento vital, por lo general la inmensa mayoría de personas lo asocia con los bienes materiales (o inmateriales) y con los herederos. Casi automáticamente se piensa en el patrimonio propio, susceptible de ser heredado. Siendo así, en muchos casos directamente se descarta la idea de hacer testamento, al no tener nada que dejar a los posibles legatarios.
Las opciones son varias para plasmar la voluntad en un testamento vital
Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Existe un tipo de testamento del que, afortunadamente, cada día se tiene más información -aunque aún no la suficiente-: el testamento vital, también llamado documento de voluntades anticipadas o documento de instrucciones previas. Este testamento ha de realizarse cuando la persona tiene intactas todas sus facultades mentales. Su objeto no es otro que establecer de qué forma la persona interesada desea que se produzca su muerte, en el caso de encontrarse en ciertas situaciones determinadas por la legislación de nuestro país.
Además, mediante este documento es posible manifestar qué destino se desea para el cuerpo o los órganos, tras la muerte. En nuestro país este derecho se encuentra regulado en la Ley 41/2002, de 14 de noviembre (BOE del 15 de noviembre de 2002), Básica Reguladora de la Autonomía del Paciente y de Derechos y Obligaciones en Materia de Información y de Documentación Clínica.
El establecimiento de esta norma garantiza a cada ciudadano el derecho a tener una muerte digna y asegura el cumplimiento de su deseo en relación con el destino que ha de dársele a su cuerpo o a sus órganos tras la muerte.
Si después de leer estas líneas piensa en hacer en hacer su testamento vital, no dude ni por un segundo que Testamenta es el lugar idóneo para usted.
Imagen cortesía de www.abogadodeherenciasenbarcelona.com
