En nuestra legislación de sucesiones existen, como ya hemos indicado en ocasiones anteriores, varios tipos de testamento. Algunos son más sencillos que otros, pero en lo que se refiere a esta característica –la sencillez-, el testamento ológrafo se pone a la cabeza.
El testamento ológrafo está recogido dentro del grupo de los llamados testamentos comunes por artículo 676 del Código Civil. Es aquél que el propio testador redacta de su puño y letra. Este tipo de testamento está regulado en los artículos 688 al 693 de la citada norma legal, donde se establece que, única y exclusivamente, lo pueden realizar aquellas personas que hayan cumplido la mayoría de edad.
Ventajas e inconvenientes del testamento ológrafo
Está claro que su principal ventaja es la sencillez, por cuanto que está al alcance de cualquier persona. Los únicos requisitos que se exigen son haber cumplido los 18 años y que el testador sepa leer y escribir. Además, el testamento ológrafo puede realizarse en cualquier momento y lugar, sin necesidad de que estén presentes testigos. Tampoco es necesario registrarlo y la figura del notario es totalmente prescindible. Sin embargo, esta manera de dejar establecidas las últimas voluntades no está exenta de inconvenientes. El más destacable quizás sea su facilidad para ser impugnado, puesto que, a la muerte del testador, ha de ser el juez, previas las pertinentes comprobaciones, quien decida si el testamento es legal y ha de llevarse a la práctica o no.
Si quieres hacer testamento ológrafo –o de cualquier otro tipo-, Testamenta es el lugar más adecuado para ello.
