Christian Johann Heinrich Heine nació el 13 de diciembre de 1797 – París, uno de los más destacados poetas y ensayistas alemanes del siglo XIX. A continuación les dejo un breve fragmento de una poesía: El carpintero
Tu mano posa sobre el pecho mío. ¿Sientes de un rudo golpe la inquietud?/Es que hay adentro un carpintero impío/ que labra mi ataúd. Y no cesa un instante el golpe fiero…/ Y en vano intento al sueño recurrir…/ ¡Acaba, acaba pronto, carpintero,/y déjame dormir!”
Se encontraba muy enfermo y en su lecho tuvo que hacer un testamento, era su último deseo. Su esposa le pedía que pidiera perdón a Dios por sus pecados, no quedaba tiempo, se estaba muriendo. El le dice que no es necesario, ese es su oficio.
Se cuenta que luego de su muerte Heinrich le dejó a su esposa toda su fortuna con la condición que ella volviera a casarse nuevamente. De esa manera “otro hombre lamentaría su muerte”.
En la época de la Edad Media con tantas creencias, costumbres y cuestiones religiosas de por medio hacer un testamento en vida, era poder cumplir el último deseo del moribundo en cuestión , que generalmente no eran nada piadosas.
Desde esas remotas épocas se privilegiaba a los descendientes varones y se postergaba a las mujeres, y entre aquéllos prevalecía el primogénito, que encabezaba una escala que iba descendiendo sucesivamente hacia quienes tenían menor edad.
Hacer un testamento en vida es un acto escrito celebrado de acuerdo a la ley, por el cual una persona dispone del total o parte de sus bienes para después de su muerte.
Los ciegos, sordos y mudos están excluidos de dar testimonio, así como los dementes.
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