Muchas colecciones privadas de arte que se han valuado en miles de millones de euros han ido a parar a museos por deseo expreso de sus últimos propietarios.
Ese es el caso de la colección Gurlitt, que durante los últimos años fue propiedad Cornelius Gurlitt, un ciudadano alemán que dejó asentado al hacer su testamento, que el museo de Bellas Artes de Berna, Suiza sería a su muerte el heredero universal de una impresionante colección de arte que consta de más 1000 valiosísimas obras de artistas como Claude Monet, Pablo Picasso y Pierre-Auguste Renoir.
La colección Gurlitt se encontraba repartida entre dos de las propiedades del octogenario ubicadas en Salzburgo y Múnich.
La polémica
Aunque el museo de Berna se mostró gustoso de recibir esta apabullante colección de arte, hasta la fecha siguen resolviéndose asuntos legales y “morales” debido a que hay indicios que demuestran que las obras fueron confiscadas de las paredes de diversos museos regionales, así como de colecciones privadas en Europa durante el régimen Nazi.
El mérito aquí es que Cornelius Gurlitt hizo legal su deseo de devolver estas célebres obras a los sitios de donde provinieron, en vez de heredarlas entre parientes y conocidos como la colección privada que conformaban.
Al hacer un testamento tienes la libertad de colocar tus bienes en las manos de quien creas debido. Es por eso que cada vez más personas están entendiendo su importancia y desde luego, tomando cartas en el asunto.
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