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Testamentos: ningún detalle está de más

Testamentos: ningún detalle está de más

Testamentos: ningún detalle está de más

En las cosas de las herencias, como en muchas otras, cuantos más detalles se den del destino que el testador quiere para sus bienes, mejor será.

A veces las directivas que se dejan por escrito, son algo vagas o inespecíficas, lo cual puede prestarse a que quien debe administrar o repartir los bienes, siga las instrucciones pero no tan al pie de la letra como se podría.

La esquiva fortuna de Don Carlos

Carlos Arévalo, vecino de Tocón, una pedanía perteneciente a Montes Orientales en Granada, era un terrateniente dueño del 95 % de las tierras circundantes.

Don Carlos hizo testamento en 1961 y lo modificó en 1967, poco antes de morir. En él dejaba todo su patrimonio para el pueblo con el fin de «dotar becas de estudios religiosos y civiles y crear un centro de asistencia de ancianos«.

Por ser un conocidísimo y profeso católico, creyente y practicante, la iglesia se hizo cargo de la herencia cuando falleció su esposa y en 1990 constituyó una fundación eclesiástica con el fin de administrar los bienes de la pareja.

El arzobispo y el ecónomo de Granada y el párroco que vela por la salvación de las almas de Tocón, se hicieron cargo de los cargos más relevantes de dicha fundación.

Poco se hizo y menos queda

En 1993 los estatutos de la Fundación fueron modificados, agregando además de los deseos del testador: «ayudas al sagrado apostolado», por tanto, lo que resta de los 1200 millones de pesetas, ahora están bajo «derecho canónico».

Unos 1120 vecinos de la pedanía crearon la asociación Casas Grandes, con el fin de presionar a la Iglesia para que cumpla con las cláusulas del testamento.

Aparentemente, de las 300 hectáreas heredadas queda muy poco pues fueron vendidas de manera sospechosa. También se malvendieron la casa de Arévalo en Granada y el mobiliario de la misma. Con el producto de estas ventas se habrían construido más templos.

De las becas nadie vio nunca ni una mísera peseta y tampoco la verán. Si acaso, los curas están dispuestos a que en la antigua casa de los Arévalo funcione un centro de día para jubilados.

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Foto gentileza de: cronicasdealomartes

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