Cuando se trata de testamentos, se suele pensar que todo son cláusulas aburridas y voces monótonas que las leen, pero detrás de un documento donde una persona expresa sus últimas voluntades, siempre hay una historia.
Esta es la de una señora muy mayor que literalmente vivía en las calles de Nueva York ya que era una de los cientos de personas sin hogar que pululan por el mundo. Lo que pocos sabían era que esta anciana de 92 años de la que no se sabe su nombre a pedido expreso de ella, era que había sido una víctima de la segunda guerra mundial.
Quienes sí conocían sus circunstancias particulares, era un matrimonio que vivía en Manhattan y se ocupaban de la señora, le daban comida y le ayudaron a tramitar la solicitud de desagravio que hubo de presentar ante las autoridades de Alemania, como sobreviviente del Holocausto. A cambio de sus atenciones la anciana solía preocuparse de que hubiera un lugar libre para que sus amigos pudieran aparcar el coche cerca de su vivienda.
Esta pareja quedó muy sorprendida cuando su amiga les explicó que quería hacer testamento, pues de la manera en la que vivía, la creían en total indigencia. Resultó que la buena mujer no era tan pobre, sino que poseía algo más de cien mil euros depositados en un banco.
La Universidad Hebrea de Jerusalén fue la feliz beneficiada por la generosidad de esta mujer, que dejó la mitad de su dinero a la organización con instrucciones precisas de que el dinero se usara para otorgar becas de estudio a personas sin recursos.
Yefet Ozery, miembro de la sección de RRPP de la Universidad Hebrea de Jerusalén comentó lo siguiente, refiriéndose a tan singular legado:«Ya hemos recibido donaciones y herencias bajo las circunstancias más extraordinarias, pero nunca antes nos sucedió un caso así” y aunque la testadora pidió quedar en el anonimato, se comprometió a que los becados conocieran la historia del origen de sus recursos económicos.
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Foto gentileza de: moriacenter
