David Ricardo fue un influyente macroeconomista londinense que vivió solo 50 años, entre 1772 y 1823. Entre sus principales aportes a la ciencia económica, desarrolló la teoría cuantitativa del dinero y sentó las bases para la formulación de la ley de los rendimientos decrecientes.
Los números no siempre son buenos
Aunque parezca extraño, los economistas no son necesariamente buenos gestores de sus propias finanzas; algunos de los más famosos ni siquiera hubieran podido llevar una humilde tienda de abarrotes. No era el caso de Ricardo, quien hizo una fortuna estimada en 800.000 libras esterlinas de su época, principalmente especulando en la bolsa.
Al momento de su muerte, a Ricardo le sobrevivían ocho hijos, cinco hembras y tres varones. Buen conocedor de las matemáticas, convirtió el acto de elaborar su testamento en una ecuación, sin que el abogado que lo asesoró pudiera persuadirlo de hacer las cosas de manera más sencilla.
Al hacer testamento, cada hijo mayor debía recibir al menos ocho veces la cantidad percibida por cada una de las mujeres. De familia judía, se supuso que la decisión de Ricardo, estaba vinculada a la tradición bíblica de favorecer económicamente a los varones, por lo del pater familia.
Lo único que agradecieron el abogado de Ricardo y su albacea fue que el economista no hubiera sido tan prolífico como su padre. Ricardo senior había tenido diecisiete hijos.
Un caso diametralmente opuesto fue el del estadounidense Alan Meltzer, quien se hizo rico en la industria discográfica. Meltzer murió divorciado y sin hijos, por lo que dejó su fortuna a su chofer y a su portero.
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